sábado, octubre 2

No quiero conmigo.

Sí, estoy ausente. No sé qué está pasando últimamente por mi cabeza. Me siento extraña conmigo misma. No puedo sentarme a derrochar un par de palabras o mirar los viernes a la noche alguna que otra película, como acostumbraba a hacer. Tres intentos fallidos de Across the Universe tengo acumulados. No sé qué está pasando que no me estoy haciendo tiempo para sentarme. El único tiempo invertido es para comerme las uñas y dormir. Y con el estudio vengo bastante bien, para no decir "muy bien".
Tenia ganas de hablar de mi. Es este momento no sé de nadie más. 
Lloré, lloré con lo que sabía que iba a llorar. Pero también con lo que pensé que nunca iba a hacerlo. Cruzaron dos lágrimas por mi rostro que tuve inmediatamente a frotar con mi mano izquierda para que no las vea. Agradezco que miraba el techo pensando, vaya a saber qué se le cruzaba por la cabeza. Es muy inteligente. Tanto que le cuesta decirlo. Necesito llorar un poco más. El agujero tal vez me está obligando a sacar una parte más de mi. La música me está cortando la voz. Añoré tanto estos momentos que tal vez por eso lloraba. De alguna u otra manera nada iba a volver a ser como antes. Pero no era de felicidad que lo hacia, de eso estaba segura.
Completamente abrumada y culpable. La incomodidad me perturbaba, no me dejaba ordenar las ideas en mi cabeza. Declararme.
Nunca conocí un hombre que caminara con pasos tan fuertes. Escucho el roce de la piel con el piso de madera. El golpe del talón con cada baldosa. El tic-tac del reloj a cuerda es defendible al lado de semejante mounstrocidad como el ruido de la hora que acaba de sumarse al día.



Y sí... lo digo: estoy pensando en vos.

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