lunes, octubre 18

Débil

 Dígase de aquella persona con poco vigor o de poca fuerza o resistencia. Resistencia si las hay para no enfrentrar lo que queremos, ésos también son débiles. Pero hagamos a un lado la última palabra empleada y aboquemos a lo débil en sí. 
Está el débil que se embriaga con dos Dr. Lemmon, el que no se anima a escribir convenciéndose de que lo hace mal, el que se conforma, el que extraña demasiado, el que quiere poco y el que no sale a la calle. El que duerme mucho. Aquellos que no son la cabeza del trencito del baile. Los que no excitan a agarrarte la mano. El mensaje de texto es débil. Los tweets y los escritos en muro hablan de nuestra debilidad como personas. Borrar las fotos que nos nos benefician o no tener fotos. Pensar y pensar más, y dejar guardaditos los pensamientos en la retina. No decir lo que sentimos. Conformarnos.  Hablar mucho pero también poco. Compramos ropa en demasía. Estar atados al mundo, a esta realidad no nos hace valientes. No poder diferenciar lo que nos gusta de lo que no. Ser enfermos, locos, adictos, ambiciosos o ansiosos. Nos volvemos endebles con escasos recursos de acción y delicados. Pensamos mucho y hacemos poco. Comemos sin tener hambre, nos mordemos las uñas sin tener nervios. Fumamos y nos hace mal. Nos drogamos porque 'no es droga'. Hablamos solos y no decimos nada. Sentimos solamente si el otro siente. Mediamos, no tomamos el mando. Nos flagelamos aunque no sintamos dolor. Sabemos de verdades que no podemos vomitar. Sabemos tanto que nos creemos inteligentes. Nos echamos la culpa de una relación que no funcionó. Decimos mucho la palabra "ojalá". Nos mentimos para vivir. Porque a los débiles no les gusta la vida. Les gusta el extremo. Les gusta sentir, creer, saber y poder hacer pero, por sobre todo, necesita la aprobación constante. 
Algunos se denominan cobardes, indefensos, pasivos, deprimidos, indolentes o inertes. Para mi son los más valientes de todos, los que mejor saben defenderse, los atentos a todos, los que buscan la mejor manera de vivir, los que sienten y van hasta el fin, si de eso se requiere. 
Nadie escribe bien, nadie baila mejor o conoce los límites de su cuerpo. Todos somos inseguros de nosotros mismos o de los demás. Si no, mira vos, todos haríamos todo. Pero no, nos reservamos a hacer solamente aquellas cosas que los otros nos aprueban con un sí. Porque somos débiles, nada más. Por el simple hecho de ser argumentables.


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