miércoles, octubre 6

Enunciado

Marcelo(creo que te llamas así), no voy a tutearte porque no mereces ningún indicio de respeto.
Antes que nada, agradecerte. Por hacerme sentir la persona más ignorante y mediocre de la Tierra. No merecía escuchar tu verdad. Tu andar en soledad y esa vida de picaflor disculpado por la circunstancia que llevas desde tus lejanos dieciocho años te dieron el derecho que creíste suficiente para decirme lo que te placía. Lo acepto. Soy una mujer joven, de las que pueden quedar embarazadas y convertirse en sólo nueve meses en una infeliz madre. Que elige estudiar, no a diario pero tres veces por semana opta por hacer ése culo-silla. Que hasta hoy no necesitaba escuchar tus palabras de sermón y "bla bla" como decís, pero las decís. Con tus fuertes ganas de que me levante y grite a los cuatros vientos alguna afirmación polifónica como me enseñaste que se hacía. Pero no, quiero contradecirte de acá en más como una adolescente caprichosa que niega no polifónicamente porque describe sus sentimientos.
Sos la persona más vulgar, desagradable y bizarra (con esa barba de intelectual y equipo de Adidas trucho escuchando The Clash a las nueve de la mañana) que conocí en mi vida. Tené en cuenta que no me interesa tu vida sexual ni cuantas novias brasileras tuviste en tu estadía por ése país. Tampoco si leíste Movidic, Rayuela, El Llano en Llamas, Patagonia Rebelde, un libro en ingles que hablaba de Mick Jagger, La razón de mi vida o tres veces Martín Fierro. No quiero saber los halagos de tus profesores, la inteligencia que te resaltaban y el consejo "Vos tenes que dedicarte a la lingüística. La literatura no es lo mejor para vos." ¡Qué modestia, por favor! Si nunca la dejaste de lado y humildemente te fuiste a criticar a algunos como yo.
Tengo tan pocos recursos que tengo que criticar tu forma de vida y tu vestimenta. No tengo otra opción. En lo demás te admiro con un profundo rencor porque, tal vez, nunca pueda ser como vos. Gracias de nuevo por hacérmelo saber.

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