martes, abril 12

Reflejándonos

Nos vemos a través del espejo, nos miramos cada detalle, nos adoramos, nos admiramos pero la  envidia es más fuerte que las dos. Nos decimos lo que somos pero en reproche mutuo. Nos odiamos cuando el paso siguiente es amarnos. El conocernos tanto hace que sepamos cada movimiento de la otra. En algún momento supimos ser clones e incluso leernos las mentes. Hoy hemos llegado al escalón del socavón, donde mirarnos implica manía. Esa obsesión de verte y exagerar cada detalle de ti mientras vos analizas todo lo que soy. El “efecto reflejo” nos hace la una para la otra pero nos convierte en querer ser la otra constantemente y ahí, justo ahí, radican las miles de palabras dichas de más, tu cara detestable y surge ese tono de voz que irrita. Y ahí, justo allí, dejo de hablar para sólo observarte y comienzo a refutar cada acción tuya. Porque nos vemos tanto que nos cansamos la una de la otra, porque nos extrañamos tanto recuerdo solamente lo que más hacía con vos: envidiarnos. Y así logramos crear esta relación enfermiza que satisface y resulta indispensable para seguir. Tal vez seguir odiándonos, tal vez amándonos pero seguir. Porque somos lo mismo y en el mismo orden somos vos de un lado y yo del otro, imitándonos, siguiéndonos, mirándonos y diciéndonos todo porque somos una de las cosas más seguras que tenemos. Como si no fuera a entendernos nadie más, recaemos en nuestros caprichos y volvemos a recaer en ese bache que nos une incomprensiblemente cada día más. Y aunque nadie nos entienda y nos busquemos aliados, nos podemos parar de vernos a través del espejo.

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