Con sus primeros pasos hacia la fama, se empezaron a escuchar voces de alarma. Su delgadez no pasó inadvertida. Los padres de familia comenzaron a quejarse de que su imagen escuálida iba a ser imitada por miles de jóvenes inexpertas, que iniciarían así un camino que terminaría fatalmente en la anorexia. Dieron en el clavo. Su rostro de gatita distante y melancólica y sus huesudas rodillas atraparon a las adolescentes de medio mundo y a los directores de moda de Elle, Vogue, Harper's Bazaar, Look, Life... No había quien se resistiera a sus encantos.
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