lunes, julio 2
El olor de la guayaba
Hay un momento en que todos los obstáculos se derrumban, todos los conflictos se apartan, y a uno se le ocurren cosas que no había soñado, y entonces no hay en la vida nada mejor que escribir
sábado, junio 16
Vive solo
Cada vez
que lo sienta,
me sienta
avasallado por como sos,
con la
presión,
perpetuado
en tus escritos,
me voy a buscar en tus palabras.
Cuando ya nos echemos de menos
después de muchos años de no
contacto,
triste
pero alentador a la vez
te vas a acordar
de mi, después de tanto tiempo.
Vi tu nombre escrito en un libro.
No quiero pensar
en separarme de vos.
Sabes con precisión lo que te causo
es un momento exacto.
Pero yo solo me quedo con esto:
con lo que no me sale,
con todo lo que no soy.
Existías y yo no te conocía,
teniéndote tan
cerca, no lo estabas.
Mucha conexión, demasiado desencuentro.
No era nuestro
tiempo, tenes razón.
Me doblegas.
lunes, mayo 21
Ya es hora de volver
Extraño las épocas en que nos daba pudor desnudarnos
Teníamos las puntas crecidas desde los 16
Y, aunque tal vez no lo fuéramos,
Éramos vírgenes.
La soledad nos inundaba
No encontrábamos otra manera de estar, estar solas.
La gente desfilaba por nuestro alrededor
No eran capaz de siquiera atravesarnos
Nos manteníamos intactas
Éramos fuertes. Supimos ser fuertes.
Por alguna razón que desconozco
Y mucho tiempo de por medio
Vivimos desnudas
Nos cortamos el pelo
Nos teñimos también
Sumamos experiencias
Y estamos con gente
Todo el tiempo
Todo el tiempo
Me pregunto qué paso en ese “tiempo”
Si hace bien vivir el presente y olvidarse un poco del
pasado
Hay algo que no me deja dormir
Es el hecho de cómo nos dejamos de hablar...
Teníamos tanto miedo a quedarnos solas que terminamos viviendo en soledad.
Teníamos tanto miedo a quedarnos solas que terminamos viviendo en soledad.
martes, mayo 15
Cerati
Me metí en su cabeza. A través de una fuerza natural
ingresé a sus pensamientos. Camine sobre la masa gris y vi la herida. Le deje
un par de mensajes anotados diciéndole que vuelva, que mucha gente lo estaba
extrañando. Y una posdata: “Si queres te dejamos ir, lo que te haga sentir bien. Te
mereces eso, hacer lo que quieras. Mientras, te mantenemos vivo.”
De verdad, me pregunté como podía hacer para salir de ahí y
seguir recordando todo lo que leí en sus pensamientos. Me levanté con una canción
en la memoria: Té para tres.
Así te soñé hace unos días. Te extraño. Mi pequeño homenaje a un genio.
jueves, marzo 29
H y B
Por H o por B, siempre
termino hablando de mí. Sólo sé escribir sobre mí. En primera persona, en
presente.
Me siento, flexiono la
rodilla, subo la pierna y apoyo el pie en la silla, arrimando mi talón contra
la parte de atrás de la pierna. La otra pierna, muerta, a su costado, sintiendo
el frío y algunas migas de semanas en el piso. Me acomodo el pantalón para que
el rollo que se me formó hace tres años en la panza quede ahí adentro y no se
estruja contra el elástico. Levanto las manos, las froto entre ellas, pispeo si hay alguna uña que creció en
los últimos minutos para volverla a su situación normal. Prendo un cigarrillo,
lo dejo apoyado a mi izquierda en el cenicero blanco de cinco pesos o robado de
algún bar.
Configuro la página en
blanco, hago dos pitadas, exhalo el humo. Pongo música. Recorro las carpetas
con la flecha hasta que algún tema se asemeje a la situación. Sacudo el
cigarrillo, caen los restos de ceniza. Me rasco las rodillas, síntoma de que
son las doce de la noche pasadas y mi
cuerpo pide recostarse.
Maximizo la hoja en
blanco, la miro, inspecciono que todo esté en condiciones de empezar y arranco…
Escribo dos palabras:
“Soy”, “Yo”. Otra vez lo mismo, las borro porque sé que frase se avecina. Está
mi rodilla, mis manos una arriba de la otra y mi mentón arriba de todo eso,
mirando una A4 en blanco.
Se me cruzan ocho
personas por la cabeza de las cuales no tengo ganas de escribir, no quiero
darme explicaciones de por qué aparecen en mis pensamientos en este momento.
Nuevamente: mi rótula,
mano derecha, mano izquierda y, ahora, el cachete encima. Me doy cuenta que me comprimí
la herida en el índice izquierdo que un tiempo antes me hice con el pela papas
por hablar con mi compañera de departamento. Tres horas después del hecho atina
a sangrar.
“Por H o por B”, sí, por
esas razones siempre escribo de mí. Me parece muy válido, acertado. No dice ni
soy ni yo, aunque después diga “mí” pero hay un por qué de eso, y es H o es B.
Son mi mamá o mi papá, mis amigas o amigos, mi hermano o mis primos, mis
abuelos o mi tía, mis compañeras del colegio o María. Es H y B. Cambiaria la
“o” por “y”, porque son dos razones, aunque podría poner más letras pero
volvería a hablar de mi, echándome la culpa de por qué siempre termino haciendo
lo mismo. Sí, soy la que me equivoco, ya lo sé, pero también por H y B. Son
todas esas cosas las que me hacen escribir sobre mí. Porque le pagué un año
entero a una señora para que me pregunte qué me pasaba y no se dignó a hacerlo.
Por eso estoy acá. Porque ya no vivo con mis padres, porque perdí a mi hermano,
porque mis amigas ya no son mis amigas, ya no hablo con mis compañeras, con
María nunca hablé.
Y sin querer, estoy
hablando de esas ocho primeras personas que se me cruzaron por la cabeza y no
quise nombrar. Ahora mezcladas con otras que se escribieron en la hoja que tiene
toda su carilla repleta de verbos en primera persona y concluye diciendo:
entiendo a los demás si siempre hablo de mí.
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