En una entrevista con Sonia Rafael,
secretaria general de Suteba-Campana, rememora la Carpa Blanca de la que
participo los 1003 días que duró.
Hace
más de 17 años de la emblemática Carpa Blanca y una de sus protagonistas narra
su experiencia con alegría y nostalgia al mismo tiempo. Por los años noventa
Sonia Rafael era maestra y secretaria general del gremio Suteba en Campana.
Actualmente, se encuentra en el mismo cargo y continúa la lucha docente.
La Carpa Blanca
estuvo 1003 días instalada frente al Congreso de la Nación, desde 1997 hasta
1999, por la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República
Argentina (CTERA) y los gremios de base. Los docentes instalados en ella y
mediante una huelga de hambre reclamaban una ley de financiamiento educativo y
la derogación de la Ley Federal de
Educación.
Un
2 de abril, de la noche a la mañana 51 docentes que representaban todas las
provincias del país alquilaron una carpa y comenzaron a hacer ayuno. Nunca
pensaron que la protesta iba a durar tanto. Sonia afirma que se había pensado
para una semana, “al principio se alquiló la carpa y después se tuvo que
terminar comprando porque salía más barata comprarla que alquilarla, porque
nunca se pensaba llegar a lo que se llegó”. Y cuando se le pregunta cómo se la
logró mantener tantos días responde: “La carpa se puso con 51 docentes y
después terminó siendo la representación de todo el país para todos los
reclamos. Porque todos los que tenían que hacer reclamos terminaban yendo a la
carpa. Fuimos los únicos, la CTERA y los gremios de base, que peleamos contra
el neoliberalismo de esa época. Y la carpa terminó siendo la representación
contra el neoliberalismo”.
La secretaria de
Suteba no ayunaba pero estaba en la organización, “iba todo el día y ayudaba a
los ayunantes con el tema de la dieta líquida, había que darle cada media hora
distintos líquidos para que no se deshidrataran. También recibíamos a las visitas”,
relata. La organización de la Carpa estaba dividida en diferentes roles:
quienes trasladaban a los ayunantes a bañarse, los que les daban líquidos y la
rotación de los huelguistas. Al principio se ayunaba entre 40 y 30 días pero a medida que la huelga se
prolongaba y muchos docentes viajaban de
las provincias dejando a sus familias lejos pasaron a estar una semana sin
comer sólidos.
El sistema educativo menemista
¿A qué debieron
enfrentarse los trabajadores de la educación? “Debieron enfrentarse a las
reformas que pretendían la imposición de un proyecto educativo contrario a la
cultura y a los intereses y necesidades del pueblo, y la decisión política de
reducir la inversión en educación”, responde Rafael.
Había una ley federal
de educación que prescribía la creación de un fondo de financiamiento
proveniente del tributo directo cobrado a los sectores de mayor capacidad
económica, que quedó sólo la categoría de prescripción a raíz de tres
resoluciones tomadas por el gobierno de Menem: la eliminación del fondo de
financiamiento, la transferencia a las provincias de la responsabilidad del
financiamiento del sistema escolar y el recorte de la participación provincial
de los recursos tributarios. Las escuelas a partir de 1994 quedaban a cargo de
las provincias pero el recorte de la participación de los estados provinciales
en los recursos tributarios pasó del 57% al 40% lo que agravó la crisis en el
sistema educativo. “Este autoritarismo llevaron a que se piense en instalar la
carpa”, señala Sonia. Y agrega, “lo
único que hizo el gobierno menemista durante el transcurso de los 1003 días fue
distintas estrategias para desprestigiar y debilitar e intentar poner fin a la
lucha. Hasta
teníamos una cámara del gobierno que
estaba permanentemente filmando desde un edificio de enfrente. Estaban filmando
para ver si comían, a ver si podían agarrar a alguien comiendo y poder
boicotear la protesta”.
En la revista La
educación en nuestras manos nº 57 de CTERA, se señala que no sólo se pedía
la derogación de la Ley Federal de Educación por el ajuste, el autoritarismo y
el desfinanciamiento sino también por la “transformación educativa” que generaba
reducción de salarios, modificaciones de planes de estudio, ajuste de plantas
funcionales y cierre de escuelas, además de empobrecer el sistema educativo.
Es decir, la
privatización de la educación en Argentina no generó menos que la exclusión de
los chicos de las escuelas y el fomento de la pobreza. Y eso fue lo que sucedía
fuera y dentro de la Carpa.
Cristian Alarcón en
su libro Cuando me muera quiero que me
toquen cumbia (2003) relata la vida de los pibes chorros en la década del
90. Adolescentes, como el “Frente Vital”, que deben abandonar la escuela
consumidos por las drogas, el hambre, la delincuencia, el desempleo y la
segregación social, echándole la culpa al dealer de sus injusticias frente a un
estado que los niega. Vivían la violencia, expone Alarcón, “una calma que
los agita”.
Finalizada la
presidencia de Menem asume De la Rua y la Carpa aún seguía instalada en la
plaza. El 30 de diciembre de 1999 se
decidió levantar la carpa a través de un
congreso porque los gremios docentes consideraron que se había cumplido el
objetivo específico por la que había sido instalada.
En noviembre de 1998 el
Congreso Nacional aprueba la Ley de Fondo de Incentivo docente y en diciembre
el poder ejecutivo la promulga pero veta las cláusulas de garantía entonces
CTERA anuncia que la Carpa seguiría hasta que todos los docentes del país
cobren el Fondo de financiamiento, que hasta el día de hoy cobran. “En agosto
del 99 fue que empezamos a cobrar el primer semestre del fondo de incentivo
docente”, aclara Sonia. Y aunque el objetivo de la derogación de la Ley Federal
de Educación no se haya logrado, argumenta “hubiera sido insostenible frente a
la comunidad, a la opinión pública, a los medios de comunicación que brindaban
un apoyo solidario e hicieron suya la lucha,
que aún habiéndose aprobado la Ley y logrando que la totalidad del fondo
surgiera del presupuesto nacional, la carpa y el ayuno continuara porque
también los demás tenían graves problemas. La carpa se levanta pero con el
compromiso de que la lucha por la educación pública continua porque son muchos
los problemas de la educación y había un compromiso con todos los docentes del
país y todos los alumnos”.
Todavía quedan los
resabios de aquellas políticas neoliberales en la educación. “Tenemos docentes
muy grandes que no se pueden jubilar por aquella ley, porque es gente que
estaba en nación y no se les pasó los fondos”, apunta Sonia, sin embargo, “hay
gente que sigue apoyando, que todavía no entienda la función y la importancia
de la Carpa para la sociedad. La carpa
es lo que llevó a que este hombre no pueda a volverse a presentar”.