martes, junio 3

Escritores de libertad



De preso, a persona en prisión



Cuando entramos a destiempo al aula 301 nos esperaba un hombre de perfil descontracturado con su corte de pelo moderno pero contrastado con una camisa y jeans que mostraban un formalismo tal vez exagerado para la primera impresión. Acostumbrados a tener enfrente letrados y pensadores, con una autoridad abalada por la universidad y una pila de títulos sobre su escritorio y curriculums llenos de experiencia, nos sorprendimos al encontrarnos que en esa ocasión un preso era quien venía a intervenir la clase.

“La cárcel es la continuidad social”, es la frase que resume perfectamente la charla que un miércoles en una clase de la facultad de Sociales, en un aula con paredes de durlock, y con treinta alumnos expectantes dio Yair Biela. Un artística plástico, escritor y miembro de la cooperativa En Los Bordes Andando, que ese día fue la voz de aquellas personas que están en prisión como él estuvo, que viven debajo de los puentes, sin tener acceso a la educación ni al trabajo pero que con voluntad y una oportunidad hoy son parte de la revista “ELBA, textos desde la cárcel”.

Yair  dejó de llamarse preso para definirse como una persona que estuvo en prisión, porque con el tiempo entendió que el hecho de haber cometido un delito no le debía quitar la posibilidad de crecer, aprender y trabajar, menos la de tener un lugar para descubrir su vocación de artística y escritor. Y ese mensaje venía a dejarnos a nosotros, con su voz enérgica y con convicción, nos pidió que nos desaprovecháramos el lugar que teníamos como futuros comunicólogos.

Con orgullo, habiendo superado los obstáculos de la calle y de la cárcel, expresaba el salto cualitativo que significó dejar de ser preso de su falta de lenguaje a partir del momento en que tuvo la oportunidad de estudiar.



Revista ELBA



Dos semanas más tarde despojados de varios prejuicios y con la mente abierta a conocer la experiencia de los que participaron de la revista, fuimos a la presentación de la número 7. La cita fue en Centro Cultural de la Cooperación, en plena calle Corrientes de la Ciudad, bajo un contexto contradictorio, conformado por esas discordancias paradójicas de las que estamos rodeados: afuera las marquesinas de las revistas de teatro con mujeres semi-desnudas que se sienten libres con poca ropa y adentro aquellas que hace meses, años vivían (o viven) entre cuatro paredes, privadas de su libertad y con la única posibilidad de un taller de pensamiento y expresión, del cual, a través de la escritura, encontraron la libertad que no hallaron ni siquiera afuera.

Con un tercer piso colmado de estudiantes, familiares, artistas, conocidos y amigos, buscaba entre los hombros de los que me rodeaban a los escritores de ELBA. Involuntariamente buscaba las llantas, los equipos deportivos, la gorra o algún policía. Nunca los encontré. Nadie dentro del salón respondía al arquetipo “la clase que va a la cárcel”. En el momento de incertidumbre rodeada de una prolijidad metódica y pulcra,  sin nadie que pudiera sobresaltar, recordé a mi compañera de clase en aquella charla con Yair:

— ¿Y va a ver policías en la presentación? — Preguntó curiosa por saber si las personas iban a estar custodiados en su salida transitoria.

— ¿Vos me tenes miedo a mi? — Contestó Yair.

Miedo a conocer gente privada de libertad no era, era miedo a lo desconocido. Y sin embargo, lo desconocido resultó ser un grupo de personas con camisa y uñas esculpidas, con ganas de contar sus pasiones, aprovechando la oportunidad que les daba ELBA.

Primero Silvina Prieto, luego Yair, Mónica, Leandro Jara, Susana y, por último, Miguel Galeano desde un teléfono desde la cárcel, fueron los protagonistas del evento que les cambió la vida, lo que se reflejó en las lágrimas, nervios, sudor y las voces entrecortadas que caracterizaron sus discursos cuando se apropiaron del micrófono para hacer su intervención del otro lado de la mesa larga que hacía de escenario.

Cuando contaron su historia de vida y cómo la palabra fue una práctica de la libertad, expresión de resistencia a esos cuatro muros, los desconocidos se convirtieron en madres, esposas, amigos, tíos y hermanos. Con el pasar de los minutos y las palabras, cada detalle del salón comenzaba recobrar sentido: las fotos que decoraban uno de los rincones en colores sepia y blanco y negro estaban para homenajear el camino construido por ELBA como “miradas sobre el encierro”; los que conformaban el público ya no eran extraños, eran los esposos, los fotógrafos, los profesores, los amigos y los compañeros de la cooperativa;  los textos de la revista pasaron a estar atravesados por identidades; las dispositivas proyectadas a sus espaldas eran los artistas participando de los talleres de Ezeiza y Marcos Paz; las canciones que sonaron al principio eran de ellos; y Luis Sanjurgo, director y editor responsable, había dejado de ser sólo un profesor para convertirse en “San Jurgo” o el “Sensei”.





Privados de la libertad



En la Argentina hay 62.263 personas en la cárcel, de los cuales la mitad están procesados y no condenados. Según estadísticas sobre el nivel de instrucción, sólo el 27% de ellos tiene el primario completo y alrededor de 4 mil personas no tuvieron ningún acceso a la educación. Sólo 220 personas en prisión tienen el nivel universitario completo. Por ende, la mitad de la totalidad de ellos no tienen trabajo remunerado o son desocupados ya que no tienen oficio ni profesión. Si bien un tercio tienen condena por robo o por tentativa de robo únicamente, una vez en la cárcel, 29.574 personas no participan de programas educativos[1]. Entonces vale preguntarnos: Dentro de la cárcel ¿hay un proceso de reflexión? Las personas que van a la cárcel ¿tienen en el futuro posibilidades de reinserción social?

Las palabras que circularon en la presentación del número 7 de ELBA durante las casi dos horas de duración, indagaron sobre las respuestas a estos interrogantes.






[1] Informe Nacional y Provincial del Sistema Nacional de Estadísticas sobre ejecución de la pena (SNEEP). Elaborado por la Dirección Nacional de Política Criminal en Materia de Justicia y Legislación Penal en diciembre de 2012.

Seguidores