jueves, septiembre 29

Ponete las pilas


Ya no ponemos energía, predisposición, ganas, fuerzas, voluntad o carácter para hacer algo. Nos ponemos las pilas.
  Estamos rodeados y en convivencia con artefactos electrónicos que sólo calientan, enfrían, lavan y centrifugan si se los enchufa a una toma corriente. Planchas de pelo que solo planchan si las enchufamos, celulares que sólo mandan mensajes si se les carga la batería, computadoras que van a ser portátiles si las mantuvimos conectadas. Cámaras fotográficas que van a sacar fotos si les ponemos las pilas. ¿Por qué se iba a esperar más de nosotros?
Si no nos ponemos las pilas no vamos a correr, no vamos a ir al gimnasio, no vamos a estudiar, no vamos a cocinar, no vamos a salir, levantarnos de la cama ni irnos a bañar. Menos declararnos frente al chico o chica que nos gusta.
 Las personas también necesitamos pilas: esa energía química transformada en energía eléctrica por un proceso químico transitorio. Resultado de dos terminales que tiene, llamados polos: el polo positivo y el polo negativo.
Todos tenemos que estar constituidos por esa fuerza positiva que crea y es conciente de nuestras metas, ambiciones, responsabilidades y obligaciones, pero que constantemente está en contacto con la negativa que es (o se hace) la no conciente de lo que tenemos o tendríamos que hacer, que no conoce de tiempos ni oportunidades. Y, por eso, nos beneficiamos con “ponernos las pilas”, para que esa unión se transforme en energía eléctrica que nos ponga en acción.
Son épocas en que nadie quiere hacer algo porque sí: ¿A quién le gusta ir al gimnasio? ¿Por qué vamos a estudiar si faltan dos semanas para el parcial?, ¿qué va a ver de nuevo en el boliche para que tengamos que ir?, ¿no puedo hacer lo que me pidas acostada en la cama?, si no tenemos sucio el pelo, ¿para qué nos vamos a bañar?, ¿por qué tenemos que ser los primeros en decir ‘te amo’ en una relación? Así funciona el cuerpo humano hoy, con pilas. Sin ellas, nadie va a ser nada y si lo hace va a ser con una raya titilando en rojo, vibrando cada dos minutos, con poca intensidad, demandando más tiempo del común, digamos, con “media pila”: cansados y apáticos.
Interés no falta, faltan pilas. Ya no estamos hablando de una metáfora que forma parte de una jerga callejera que quiere decir algo parecido. Aquí no se está haciendo un análisis morfológico del significado de las palabras que constituyen la frase “ponerse las pilas”. Ésta no vas a allá de, literalmente, ponerse las pilas. No hablamos de algo fuera de lo cotidiano, lejano o vacío. Estamos pronunciado las tres palabras que describen el funcionamiento de todo organismo/artefacto que necesita de cierta energía para realizar determinadas acciones. En el caso del hombre, casi todas las acciones que pueda hacer. Creo que para lo único que no necesita “ponerse las pilas” es para comer (energía agregada indispensable).
Si de ahora en más alguien alude a tu persona y te dice “ponete las pilas”,  replantéate la situación en la que te encuentras, el tiempo que estas perdiendo y  lo poco que estas haciendo.
En conclusión, no es que las personas tengamos algún hueco para enchufarnos una batería ni nada por el estilo, pero qué bien que viene esta frase en estas épocas. No podría quedar mejor.

Efecto espejo


Existe ese llamado “Efecto Espejo” donde cuan más irracionales somos frente a nuestras debilidades y defectos más le hacemos notar al otro que los tenemos y, como si fuera poco, reprochamos lo que somos.
Que las uniones fructíferas sean entre dos opuestos no es una coincidencia, es la consecuencia de lo que estoy hablando.
Que prometamos cara a cara realidades que anhelamos y luego seamos incapaces de cumplirlas, no es maldad.
Que se digan tantos sinónimos de amor a otra persona y queden almacenadas en alguna memoria auténtica, no es fingimiento.
Cuando hablamos y nos dicen lo que queremos oír, lo que necesitamos que nos digan, llega un momento en que nos extasía, nos volvemos sensibles e insensatos (algo parecido al amor, en cualquiera de sus expresiones) y creemos que tal vez sí estamos preparados para responder a cierta cuestión.
El tiempo, y ésta noción abstracta y creada sólo por el hombre, puede resultar poco viable. 

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