jueves, abril 28

Nunca alcanza



«Un fotógrafo exitoso sabe que para capturar la esencia de múltiples imágenes, se requiere de una variedad de lentes. Aun los lentes granangulares de mayor alcance no pueden captar la complejidad de la realidad. De la misma manera, una persona monolingüe, aun si habla un idioma de amplia comunicación como el inglés, nunca logra acceder al sentido y significado completos y a la comprensión y conocimiento cabales de otros grupos etnolingüísticos -o incluso de su propio grupo-. Uno tiene que poder ver su propio grupo desde adentro, desde el punto de vista de uno mismo, y desde afuera, tal y como lo ven otros, a fin de realmente estar en capacidad de apreciarlo y conocerlo... Para incluir la diversidad del mundo en una foto, se requiere de una variedad de lentes. Pero no es suficiente heredar o poder comprar muchos lentes. Un fotógrafo logrado también necesita instrucción adecuada: oportunidades para usar lentes diferentes a fin de crear imágenes múltiples y una visión balanceada y enfocada, así como para aprender cuándo usar un lente u otro o todos». 


(T. Skutnabb-Kangas y O. García, 1995)

miércoles, abril 27

martes, abril 19

Ni chica ni limonada

Coincidamos en que todos tenemos la imagen que un día de lluvia caminando por la calle sólo podemos cruzarnos con gente vistiendo pilotitos, en su mayoría amarillos, algunos con orejitas de Mickey, otros de color negro porque resulta gente conservadora. Varios con rompevientos con capucha y los friolentos rescatan del guardarropa la campera inflada de plumas, esas que te transforman en un muñequito Michelin. Los paraguas desfilan en diferentes tamaños, colores y formas. Se intercalan en las veredas porque resulta imposible que dos pasen a la misma vez. Algunos tirados en el piso, rotos del viento que los da vuelta y otros que sonroja a sus dueños porque van destartalados con varillitas fuera de lugar.
Las botas de agua, en mujeres principalmente, parecen parte de una pasarela: con tachas, bajas, altas, intermedias, en punta y redondeadas. Esos días nada de vestidos largos.
 Pero paradójico resulta ver los mismos días de lluvia gente con ojotas, musculosa, shorts, pantalones de fútbol e incluso sin nada en la cabeza. Bueno, no es que esto resulte inapropiado, no sería quién para decirlo, ¿no? Pero… ¿no estamos siendo muy egoístas? Porque resulta que me rodea gente llena de mocos, con toses feas y estornudos cada 20 segundos que no hay susto ni forma de tomar agua que lo frene. Entonces, ahora bien digo, ¿hace falta que nos quejemos de eso? Claramente yo sí puedo quejarme. Farmacity por supuesto que no. De 5 personas que había en la fila de la caja, 4 tenían una parva de pañuelos descartables en la mano para pagar. Ahí fue cuando me puse a pensar que si tenemos las narices rojas, los mocos secos que lastiman, una hernia en los abdominales o dolor de garganta es absolutamente culpa nuestra. Sólo he escuchado cómo se echan la culpa entre ellos, buscando quién se enfermó primero. Pero no gente. Los bichitos están siempre. Somatizamos todo el año. Los días de lluvia (y, obviamente, los de baja temperatura porque ya estamos en otoño), hay que a-bri-gar-se. Parezco mi mamá. Sí, con orgullo. ¿Saben por qué? Porque yo me abrigo, mucho, mucho y ustedes me contagian a mí. Y a mi no me va andar comprando pañuelitos descartables con olores que hacen estornudar. Por eso aquí estoy, con el rollo de papel higiénico al lado, con la nariz roja, el teclado todo mojado con rocío de saliva y unas ganas de no salir nunca más de mi cama. Así de bien estoy. Y esto es una carta documento para la sociedad porteña en general. Chau. Achis!

martes, abril 12

Reflejándonos

Nos vemos a través del espejo, nos miramos cada detalle, nos adoramos, nos admiramos pero la  envidia es más fuerte que las dos. Nos decimos lo que somos pero en reproche mutuo. Nos odiamos cuando el paso siguiente es amarnos. El conocernos tanto hace que sepamos cada movimiento de la otra. En algún momento supimos ser clones e incluso leernos las mentes. Hoy hemos llegado al escalón del socavón, donde mirarnos implica manía. Esa obsesión de verte y exagerar cada detalle de ti mientras vos analizas todo lo que soy. El “efecto reflejo” nos hace la una para la otra pero nos convierte en querer ser la otra constantemente y ahí, justo ahí, radican las miles de palabras dichas de más, tu cara detestable y surge ese tono de voz que irrita. Y ahí, justo allí, dejo de hablar para sólo observarte y comienzo a refutar cada acción tuya. Porque nos vemos tanto que nos cansamos la una de la otra, porque nos extrañamos tanto recuerdo solamente lo que más hacía con vos: envidiarnos. Y así logramos crear esta relación enfermiza que satisface y resulta indispensable para seguir. Tal vez seguir odiándonos, tal vez amándonos pero seguir. Porque somos lo mismo y en el mismo orden somos vos de un lado y yo del otro, imitándonos, siguiéndonos, mirándonos y diciéndonos todo porque somos una de las cosas más seguras que tenemos. Como si no fuera a entendernos nadie más, recaemos en nuestros caprichos y volvemos a recaer en ese bache que nos une incomprensiblemente cada día más. Y aunque nadie nos entienda y nos busquemos aliados, nos podemos parar de vernos a través del espejo.

sábado, abril 9

Instinto

Sentír que uno no está tan despierto para irse a dormir. No está en sí. Fuera de sí.
Cree realizar meditaciones diarias para ingresar en el vacio inmenso pero termina cayendo en el sonido de un despertador. Dos sonidos, a veces hasta tres divididos por un lapso de cinco minutos.
Quiero dar vida. Quiero ver crecer un árbol en mi o dejar boqui abierto a él. Quien me mira, me mira, me mira, intimida, no deja de mirar, lo miro y no puedo mirarlo más. Su mirada vuelve a desestabilizarme. Sólo atino a verlo en los reflejos.
Las agujas y armas por primera vez y ahora me avisa la droga, que alguien no está bien al lado mío, alguien está en contra mío. Difícil percibirlo entre tanta hipocresía.
Hay varias personas que no se hallan en mí, pero sueñan otras cosas.
Si hay un Dios está dentro del yo, en mi cabeza ubicado, sentado, cómodo, riéndose, eligiendo bien y mal. Hablando del consciente colectivo, de lo trágico.
Tachando un calendario, mirando el reloj, leyendo un libro que cuenta mi historia y dice que soy una respuesta de la pregunta que alguien alguna vez animó a decir. 

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