martes, diciembre 1

Demasiado humo.

Hace tiempo que estoy pensando en hacer algo interesante, un texto con gracia, creible y significativo para representar todo lo que está ocurriendo en mi vida y en la de muchísimas personas que me rodean.
Pero ésta es la verdad,  no puedo hacer nada.
Porque no tengo palabras aunque tenga mucho que decir,
porque no me emociona pero sí me pone la piel de gallina,
no me hace llorar pero se me hace un nudo en la garganta,
no me da alegría pero estoy feliz,
no sonrió pero son mis dientes lo primero que veo en las miles de fotos que van a quedar.
Es conjunto de angustía, miedo, tristeza, felicidad, responsabilidades, convicciones, deseos, ganas, separaciones, uniones, risas, llantos, momentos, años, etapas y personas
que se interponen en el tiempo y me dejan sin aliento.
La ansiedad de vivir lo nuevo pero la aprensión de deponer la era de los 5 años.
La satisfacción de saber que estamos creciendo y el desprecio del 'nunca más', 'ésto es lo último'.
La intraquilidad de no estar al tanto pero el sosiego de ser mayor de edad.
Irme a vivir sola, seguir compartiendo con mis amigas, dejar de ver mis compañeras, cenas de egresados,
 no usar más uniforme,
ser un número, llegar tarde, 5 minutos antes, no estudiar, robar galletitas, tirarnos a la fuente,
hacer guerra de espuma, embriagarnos con camperas y remeras nuevas,
panchos en los recreos, cortinas viejas, Don Bosco en vivo,
tras la reja, actos académicos, misas mensuales, no más Eugenia (!), Wikiwiki, una mano por la justicia,
sentadas, putas de cabaret, despedidas, puntazerodiscobar, pizzas, peliculas mal alquiladas, bailes sexys, recordatorios en letra 6, mails de Andréa o la Chanampa, me olvideses de Casanova,
trabajos de Fabiola, dudas duda duda das, buenos días de hermana Yoli, sacadas de Pascui,
obras de teatro, adioses, flores blancas,
tablaos, bingos, tés infantiles, test vocacionales,
el rosa de Marian, los libros de Aye, los colores de Bren, el espejito de Ti y los resumenes de Nat;
la metida, la sacada, la colgada, la creida y la princesa;
la chacóncha, la Cayo, la Sorete, los llamados de Diario, y por supuesto, mi mamá, mi papá y mi hermano.
Todo lo que irá tranformandosé, pero sé que no va a cambiar porque  van a seguir
estando donde las empezé a necesitar.
Van a crecer, van a modificarse, van a moverse,
pero van a seguir siendo.
Voy a seguir creciendo, voy a seguir transformandomé pero no voy a cambiar y esa es la ecuanimidad
que me tiene en el lugar en el cual me encuentro hoy: sin nada que decir pero con mucho tiempo que vivir.

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